Seguro que tienes la suerte de tener en tu vida a «personas casa». Gracias a ellas no solo se vuelve a casa por navidad, también podemos sentir esa acogida, ese hogar, en los reencuentros con quienes son tu casa, tu apoyo. Aún no he tenido el gusto de leer el libro de Marian Rojas, «las personas vitamina», pero es muy posible que tenga mucho que ver con esto.
Si aún no has identificado a esas personas que te devuelven la paz, el calor y la sensación de protección y seguridad, con este artículo personal te invitaré a que lo hagas. Y si ya las has identificado, pero no habías puesto nombre a lo que sentías, te animo a hacerlo como parte de un ejercicio que te hará tomar consciencia del valor que aportan a tu vida.
Hay personas que aunque tardes en verlas, cuando vuelves a compartir momentos, tienes la sensación de que el tiempo no ha pasado. De repente y pese a que vuestras vidas pueden haber sufrido cambios importantes, sientes lo mismo que sentías en tus primeras experiencias con ellas.
Las personas casa guardan en su esencia emociones y sentimientos que fueron construidos en los momentos en los que se forjó vuestra unión. Esas emociones quedan guardadas dentro de nuestro sistema nervioso asociadas a su recuerdo.
Esto explica que en vuestros reencuentros sintáis de nuevo el amor, el apoyo, la alegría, la ilusión…¡como en el primer día!.
Una llamada, un encuentro, un pensamiento, una foto de la persona casa destapa todo un conjunto de emociones positivas que te reconforta.
Mis personas casa me ayudan a potenciar un estado de serenidad. Me ayudan a ganar seguridad en mí misma y fomentan el amor propio y la estima personal.
Tengo la suerte de que muchas de estas personas forman parte de lo que siento como mi familia. Entre ellos han sabido construir una red familiar de apoyo, de valores y diversiones conjuntas, de amor fraternal e incondicional en la que cada una de las personas que vamos entrando, nos sentimos cuidados y protegidos.
La pertenencia y la filiación se construyen mediante la relación y no con los genes
Mi madre y su familia de origen, gozan de un carácter que desprende sensación de hogar. Así, a lo largo de su vida y de sus experiencias vitales, ha ido construyendo una robusta telaraña con otras personas que viven de la misma manera el amor y la amistad. Cuando esta telaraña me atrapa, siento la seguridad que yo necesito para calmar el dolor o comerme el mundo, según lo que toque.
El contacto con mis personas casa tiene el poder de hacer un oasis de calma y sosiego en los momentos difíciles. Siento emociones reconfortantes, es como si fuesen capaces de abrazar mi dolor entre sus risas, llantos, abrazos, saludos y despedidas. Es como si poco a poco se fuese disipando y fluyendo hacia una sensación de gratitud que viene promovida por su aceptación y compañía.
Lo consiguen estimulando la consciencia de lo importante, sacan la esencia de la vida desarrollando valores y emociones compartidas. Mis personas casa me generaron desde muy pequeña toda una serie de emociones que me sostienen y alimentan una imagen interna de mí misma que me hace sentir segura, respetada y valorada.
Y así es como en mi familia las nuevas generaciones hemos pasado a ser una araña más que teje y construye esa red de apoyo a la que se van incorporando las personas casa a las que vamos invitando: nuevas parejas, hijos, nuevos amigos, abuelos que pasan de cuidadores a cuidados…
Este verano me está regalando reencuentros que ponen consciencia sobre la esencia del valor de la vida. Es así como, re-experimentando sensaciones tantas veces sentidas, la felicidad vuelve, la motivación resurge y vuelves a generar expectativas de recuperar la ilusión y la fuerza.
Las restricciones, el miedo generado, posponer, aplazar, relegar, esperar, nos dejaron a muchos estas sensaciones en el recuerdo, en la mente. Revivirlas, resentirlas, hace que recuperes la esencia de la vida y con ella vuelvas a sentir que vives.
Si todavía no has identificado a tus personas casa, ¡hazlo!. Si ya sabes cuáles son, ¿a qué esperas para reactivar tus rutinas y experiencias con ellos?. Si todavía no has sentido la sensación de haber formado parte de esta red o la has perdido, busca experiencias compartidas que puedan llevarte a que la vida te vaya encontrando con algunas. Activa tus planes para crear tu red o rescata relaciones que creas pudieran llevarte a incluirte en una.
No esperes, sé tú quien promueva construir tu propio entorno en el que te sientas en casa. Conviértete tú mismo en una persona casa para personas con las que te sientes agusto, haz planes compartidos que hagan sentir a los demás que tu contacto es un hogar para ellos.