

«Una infancia Infeliz no determina la vida»

clinicayuremadelafuente
«Una infancia infeliz no determina la vida», así es como comienza el libro «Los patitos feos» de Boris Cyrulnik.
En esta lectura se analiza en profundidad un complejo concepto vinculado a la capacidad de superación del trauma: la resiliencia. ¿porqué no todas las personas que pasan por situaciones vitales muy estresantes desarrollan traumas? ¿tener una infancia/una historia personal dura y complicada determina que vayamos a tener dificultades emocionales en el futuro?
Los psicólogos sabemos que no, consulta a consulta constatamos que el ser humano tiene importantes habilidades para salir adelante, para reconstruir las experiencias difíciles y convertirlas en fortalezas. A través de los trabajos de este autor encontramos las claves teóricas de que esto suceda. Página a página podemos ir desgranando los factores que deben de ser potenciados en las personas para ayudarlas a superar los momentos difíciles, evitando que éstos se conviertan en traumas posteriores.
La manera en la que autores como Cyrulnik proponen enfrentarse a acontecimientos potencialmente traumáticos resulta esperanzadora. Nos da una visión de potencialidades, de superación, eso sí, sin minimizar ni una pizca el sufrimiento que generan situaciones como las historias de maltrato infantil, las muertes y los duelos de personas queridas.
Sin más, os dejo con un trocito de esta obra que describe a la perfección su esencia:
El fin del maltrato no es el fin del problema. Encontrar una familia de acogida cuando se ha perdido la propia no es más que el principio de la cuestión: «¿y ahora qué voy a hacer?». No porque el patito feo haya encontrado una familia cisne se acabó todo. La herida está escrita en su historia, está grabada en su memoria, como si el patito feo pensara: «Hay que golpear dos veces para producir una herida». El primer golpe, el que se recibe en la realidad, provoca el dolor de la herida o el desagarro de la
carencia. Y el segundo, el que se encaja en la representación de la realidad, provoca el sufrimiento de haber sido humillado, abandonado. «¿Qué voy a hacer ahora?¿Lamentarme a diario y tratar de vengarme o aprender a vivir otra vida, la de los cisnes?».
Para curar el primer golpe, es preciso que mi cuerpo y mi memoria consigan realizar una lenta labor de cicatrización. Y para atenuar el sufrimiento del segundo golpe, he de cambiar la idea que tengo de lo que me ha sucedido, he de conseguir modificar la representación de mi desgracia y su puesta en escena ante vuestros ojos. (…)
(…) Pero lo que el patito feo tardará mucho tiempo en comprender que la cicatriz nunca es segura. Es una brecha en el desarrollo de su personalidad, un punto débil que en cualquier momento puede abrirse por un golpe de azar. Esa grieta obliga al patito a trabajar incesantemente en su interminable metamorfosis. Solo entonces podrá llevar una vida de cisne, hermosa y frágil a la vez, porque nunca podrá olvidar su pasado de patito feo. sin embargo una vez convertido en cisne podrá pensar en ese pasado de una manera soportable.
Eso significa la resiliencia, el hecho de superar una situación y pese a todo llegar a ser hermoso, nada tiene que ver con la invulnerabilidad ni con el éxito social.
Para mi esta última frase es reveladora. Lo sucedido, los acontecimientos que la vida nos pone a nuestro paso no son determinantes (no nos hacen ni más débiles ni más fuertes), lo que forman nuestras debilidades y fortalezas son las construcciones que nosotros hacemos de esos acontecimientos, el significado que les damos. Y en el caso de los niños y niñas, sus adultos de referencia tienen un papel clave en el significado que dan a su realidad.
En próximos artículos veremos la importancia que esto último tiene en la adopción y el acogimiento en cuanto a la forma en la que hablamos a los niños y niñas de sus orígenes.