¿Cómo influyen nuestras emociones en cómo nos alimentamos?
clinicayuremadelafuente
El conocimiento sobre cuál es la alimentación adecuada y cuánto ejercicio físico necesitamos no es suficiente para ayudar a las personas a conseguir una regulación adecuada de su peso.
De poco sirve que la persona disponga de los conocimientos suficientes para elaborar una dieta adecuada, incluso disponga de menús estupendamente elaborados sino se le apoya para potenciar o generar recursos propios que le ayuden a manejar la ansiedad, el estrés, la soledad o la depresión.Todas ellas emociones que condicionan directamente nuestra relación con la comida, nuestra práctica de ejercicio físico y por tanto el mantenimiento a largo plazo de hábitos saludables.
Encontramos así que los motivos reales del sobrepeso no radican tanto en lo físico como en lo emocional. La adecuada gestión de las emociones determina el éxito de cualquier programa de pérdida de peso, haciendo posible que los resultados se mantengan a largo plazo gracias a haber conseguido un verdadero cambio de hábitos.
Que nos ayudan a manejar de forma adecuada nuestras emociones cuando nos planteamos un cambio de hábitos
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Adaptar la forma en la que comemos, nuestra dieta a nuestro estilo de vida.
Y en ningún caso nuestro estilo de vida a nuestra dieta.
Si hacemos lo segundo estaremos abocados al fracaso. En algún momento emociones como la frustración, el desánimo, la ansiedad…nos desbordan; y cuando eso llega, la persona tiende a interpretarlo como fracaso y tiende a dejar a un lado los cambios logrados, volviendo a sus hábitos anteriores.
Estas emociones surgen fundamentalmente cuando al tratar de modificar nuestro estilo de vida nos encontraremos con limitaciones no modificables como los horarios de trabajo, la facilidad de acceso a determinados alimentos, la presión del entorno, … y nos vemos a nosotros mismos haciendo malabarismos para intentar vivir una vida que no es la nuestra. Nos vemos comportándonos de una manera que no encaja con nuestra forma de ser y todo ello sin haberse modificado un ápice de nuestro entorno y por tanto, soportando la presión que éste ejerce para que volvamos a nuestro estilo de vida de siempre.
En cambio, cuando es nuestra dieta, nuestra forma de comer, nuestro comportamiento «de salud» el que se va modificando pero sin que esto vaya en detrimento de mantener nuestro estilo de vida, surgen otro conjunto de emociones mucho más motivadoras como son la satisfacción de vernos a nosotros mismos proponiéndonos metas, la alegría de establecer cambios significativos en nuestros hábitos, el poder que nos hace sentir gestionar de la forma adecuada la presión del entorno, la ilusión de proponernos nuevos retos…
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Dirigir nuestro esfuerzo hacia el establecimiento de pequeños objetivos vinculados a la salud.
En lugar de poner nuestros esfuerzos en la creación de expectativas vinculadas a los resultados: aspecto físico, kilos de peso, centímetros de cintura…
Y aquí es donde cobra especial importancia el papel del profesional dietista-nutricionista, encargado de dirigir nuestra atención hacia los objetivos, las metas personales y ayudarnos a encontrar los recursos necesarios para lograrlos, disipando nuestra atención de las expectativas irreales y dirigiéndola hacia esos pequeños pasos que serán claves para el éxito final.
Cuando damos con un profesional de estas características que nos va ayudando a transformar lo que inicialmente eran «expectativas» en «objetivos» razonables, escalonados y realistas, podemos estar seguros que nuestro esfuerzo tendrá agradables recompensas.
RECUERDA: Los verdaderos cambios se producen despacio, sin prisas, dando tiempo para que se vayan afianzando, no busques por tanto resultados inmediatos sino un cambio verdadero a largo plazo.